El porqué de los ojos rojos en las fotos: no es posesión, tranquilos…

24 04 2008

Este fenómeno es habitual desde que se inventaron las películas fotográficas a color. Todos hemos sufrido alguna vez eso de hartarnos de hacer fotos para que luego salgamos en todas con una cara que parece la de poseído. Da igual que estemos al sol, dentro de casa o comprando calabacines, el caso es que nuestro ojitos se transforman en los de un demonio. A veces resulta molesto, es cierto, pero hay que reconocer que en ocasiones, esos ojitos rojos vienen perfectos para dar el “toque” que les falta a las fotos.

Si hubiéramos preguntado en la Edad Media del efecto de los ojos rojos en las fotos, seguramente nos vendrían con eso de que las fotos capturan el alma (creencia que todavía mucha gente sostiene, sobre todo en algunas tribus africanas o seguidores de la religión vudú). Pero en realidad, tiene una explicación mucho más “terrenal”: cuando se toma una fotografía, las pupilas que recibe la luz se expanden de forma muy rápida y acusada, por lo que ésta se refleja en lo que puede… la retina. Y como la retina tiene infinidad de vasos sanguíneos, el color que se devuelve es un rojo intenso.

Lo normal es que, con las técnicas actuales, esto no tenga mayor inconveniente, ya que unos retoquitos de tipo Photoshop hacen maravillas.

De todas formas, yo creo que una solución puede ser la de ponernos algún tipo de protección para que eso no ocurra. No hablo de lentillas, porque el efecto final será el mismo (porque la luz pasa a través de la lentilla y refleja el rojo de igual manera), así que o bien nos ponemos chinchetas en los ojos o nos quemamos las venas de las retinas… aunque creo que nadie pase por eso, porque me da la ligera impresión de que tiene que doler un pelín. Pero… ¿es que no hay solución? Claro que sí. La rápida y más sencilla es no hacernos la foto, aunque a veces resulta inviable. Otra solución puede ser ponernos gafas de sol, pero corremos el riesgo de que cuando nos hagan algunas fotos, terminemos con el apodo de Steve Wonder… y no queremos aprender a tocar el piano a estas alturas de la vida. Sólo nos queda una solución plausible: simular nuestros propios ojos. ¿Qué? ¿A qué me refiero? Muy sencillo. Se trata de pintarnos unos ojos en nuestros párpados, con lo que sólo tenemos que cerrar los ojos y tendremos una mirada perfecta en todas las instantáneas que nos hagan.

Además, esto tiene otras ventajas, porque puede dormir en clase o en el trabajo sin que nadie lo note (pero si sois de los que roncan, no os lo aconsejo por razones obvias). Con estos ojos, todo son ventajas… yo ya estoy practicando con algunos colores, a ver cuál me sienta mejor…

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